Para el siguiente post nos abocaremos a analizar en qué contexto fue convocado el Congreso de 1824, cuáles fueron sus principales disposiciones, qué cuestiones claves explican su fracaso, y las repercusiones en torno a la cohesión de la elite dirigente porteña.
El Congreso de 1824 se dio en un contexto de
consolidación de las autonomías provinciales, la necesidad de fortalecer las
instituciones, además de la definición y el reconocimiento de la nueva
identidad nacional.
El año veinte es marcado por varios eventos. En primer lugar, la disolución del Congreso Constituyente del diecinueve. En segundo lugar, la caída del directorio en la batalla de Cepeda en febrero de 1820. Finalmente, el debilitamiento del poder central, evidenciado en la derrota frente a los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos, y la firma del tratado del Pilar. En este tratado quedaba asentado que la futura organización del país seguiría el modelo de la federación. Esto generó una lucha entre centralistas y confederacionistas; enfrentándose en la configuración del nuevo poder provincial la ciudad y el campo. Esta lucha facciosa caracterizó al fatídico año veinte, y conllevó la construcción de un grupo dirigente cohesionado y heterogéneo en su origen. Este grupo fue conocido como el Partido del Orden, que tuvo como tarea primordial modernizar las estructuras heredadas del colonialismo. Cuando se propuso organizar al país bajo un Estado unificado en otro congreso constituyente, resurgió la cuestión sobre quien recaía la soberanía, pueblo o pueblos.
El año veinte es marcado por varios eventos. En primer lugar, la disolución del Congreso Constituyente del diecinueve. En segundo lugar, la caída del directorio en la batalla de Cepeda en febrero de 1820. Finalmente, el debilitamiento del poder central, evidenciado en la derrota frente a los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos, y la firma del tratado del Pilar. En este tratado quedaba asentado que la futura organización del país seguiría el modelo de la federación. Esto generó una lucha entre centralistas y confederacionistas; enfrentándose en la configuración del nuevo poder provincial la ciudad y el campo. Esta lucha facciosa caracterizó al fatídico año veinte, y conllevó la construcción de un grupo dirigente cohesionado y heterogéneo en su origen. Este grupo fue conocido como el Partido del Orden, que tuvo como tarea primordial modernizar las estructuras heredadas del colonialismo. Cuando se propuso organizar al país bajo un Estado unificado en otro congreso constituyente, resurgió la cuestión sobre quien recaía la soberanía, pueblo o pueblos.
Entre 1821 y 1824 el poder político provincial se
organizó, esta etapa es conocida como la feliz experiencia de Buenos Aires, donde las
reformas fueron aplicadas con libertad y sin resistencia. En ella se presenta un
nuevo régimen electoral que incorpora políticamente a la campaña, con ello permite afianzar la presencia del estado provincial en el interior del territorio
bonaerense y conformar una elite dirigente de base urbano rural. Se dicta la
ley electoral que instaura: en primer lugar el sufragio universal, en el que
participaban varones libres, mayores de veinte añoso emancipados, con el que se
lograría poner freno a las facciones policías o logias; en segundo lugar el
voto directo, que terminaba con las funciones de las figuras coloniales tanto del
Cabildo como del grupo intermedio de electores, que estaban encargados de
controlar y manipular los procesos electorales. En este contexto la sala de
representantes, esta institución creada en plena crisis del año veinte cuando
cae el poder central, se erige en el poder legislativo del Estado de Buenos
Aires y en junta electoral cada tres años.
Las principales disposiciones del Congreso en una
primera etapa, moderada y prudente, fueron: la Ley Fundamental, que delegaba el
Ejecutivo Nacional provisorio en la provincia de Buenos Aires, dado que quedaba
encargada de la guerra y las relaciones exteriores; y la ley que creaba un
Ejército Nacional. Para el 1824 el cónsul británico propone firmar un tratado
de reconocimiento de la independencia rioplatense simultáneamente a un tratado
de amistad y comercio –firmado a mediados del 1825, y resurge el tema de la
soberanía, ahora un doble problema: el primero, definir el sujeto de la
soberanía, en nombre de quién se firmaría, dado que las provincias se habían
erigido como Estado independientes, la soberanía resida en la nación o en las
provincias. Otra cuestión era el problema de la pasividad de Buenos Aires
frente a la situación de la Banda Oriental, ocupada por el imperio portugués
desde 1817, y que desde 1822 hacia parte del ahora imperio del Brasil, dado que
Don João VI se había vuelto a Portugal con su corte y el nuevo emperador era su
hijo Don Pedro I.
En la segunda etapa contó con posiciones más
radicales y una escisión política que ya no era apenas entre unitarios y
federales, sino en el seno mismo del Partido del Orden. Las disposiciones del
segundo momento del Congreso fueron: la creación de un Banco Nacional; la
sanción de la Ley de Presidencia, que instauraba un ejecutivo nacional, y para
el cual fue llamado Bernardino Rivadavia, aunque contaba con la oposición de
Manuel Moreno, quien la concebía como una violación a la Ley Fundamental que
restringía las atribuciones del Congreso; la Ley de Capitalización, que
proponía la ciudad de Buenos Aires como capital del poder nacional recién
creado con un territorio federal – eso constituía un problema para la provincia
que perdía su principal fuente de ingreso fiscal y produjo una aun mayor
escisión en la elite dirigente porteña que se veían directamente afectados en
esta decisión que podría producir una separación de la ciudad y del campo; para
el 1826 la promulgación de la Constitución, que creaba en las provincias
Concejos Administrativos electivos, establecía el voto directo para
representante de la Cámara de Diputados y el sufragio indirecto para la
constitución del Senado y la elección del Presidente.
Entre los factores que condujeron al fracaso del
Congreso Constituyente, están: en primer lugar, la imposibilidad de acordar en
el tema de la soberanía; en segundo lugar, la guerra con el Brasil; y por
último lugar, la guerra civil. Cuanto a la soberanía, fue un tema que entrelazó
todos los proyectos presentados, los diputados se enfrentaban por la
preeminencia de la soberanía nacional por sobre la de las provincias, aunque
coincidían en que la nueva nación tenía su origen en un pacto concertado entre
los pueblos que la conformaban.
La guerra con el Brasil fue desatada en
pleno desarrollo del Congreso. Esta no sucedió hasta agotados los intentos aunque
frustrados de diplomacia, y la esperanza de que Buenos Aires tome una posición frente al
conflicto. Esto debido a la Ley Fundamental, que había creado un poder nacional
provisorio y delegado en el gobierno de Buenos Aires la guerra y las relaciones
exteriores. García, el ministro de Guerra, tuvo que comunicar a Brasil la
decisión de incorporar la Banda Oriental a las Provincias Unidas, medida que
estaría respaldada por la fuerza.
La guerra formalmente declarada consistió en varias
victorias de las Provincias Unidas en el espacio terrestre, pero una agotadora
supremacía brasilera en el marítimo. Con la prolongación del conflicto y el
ahogo financiero por el bloqueo del puerto por las flotas brasileñas, tanto los
intereses locales como los ingleses se veían afectados. Buscaron los ingleses,
autorizados por el tratado firmado en el 1825, poner fin al conflicto. No tuvo
éxitos con el imperador brasilero, pero sí con el debilitado gobierno pacifista
de Rivadavia, que admite la devolución de la Banda Oriental al Imperio. Hecho
que tuvo varias consecuencias: Rivadavia renuncia a su cargo y al congreso, en
el primer asume Dorrego y Vicente López y Planes el segundo, además es abolida
la Ley de Capitalización y el Congreso restaura la provincia de Buenos Aires a
su anterior situación institucional, pero con las tensiones internas y
interprovinciales y con la renuncia de López se disuelve el Congreso, ya
Dorrego tiene frente el ahogo del bloqueo firma la paz con el Brasil, y se
reconoce definitivamente la independencia de Uruguay. Su gobierno tiene fin a
manos de la revolución armada dirigida por el general Lavalle en 1828.
Por último, la conflictiva situación interprovincial que condujo a la guerra civil en el Interior, es consecuencia evolución política que tuvo: el tratado de Cuadrilátero, que aseguraba una alianza de paz, amistad y defensa mutua entra las provincias del Litoral y Buenos Aires; la oposición cordobesa a Buenos Aires; el apoyo inicial de La Rioja, aunque luego por las coaliciones interprovinciales se cambió; y el detonante final, el problema de sucesión de los gobernadores de Catamarca y San Juan, que fueron asistidos por La Rioja y Mendoza. Esta guerra civil encumbró a Quiroga en el interior, luego de sucesivas victorias.
Una vez disuelto el Congreso y restablecida la sala de representantes, las elecciones ya no eran iguales, debido a la escisión política generada por las distintas opiniones entre unitarios y federales que, aunque antes estaban, eran irrelevantes. Estas posturas demuestran que no hay homogeneidad de opiniones, además con el aliciente del voto directo, llevó a la elite dirigente desarrollar una maquinaria electoral, para perpetuarse en el poder. Por una parte, con la fundación del nuevo régimen representativo se consolida un grupo reducido de notables que se sucedían en el poder mediante la práctica de candidaturas. Como se utilizaba el sistema plurinominal por acumulación de votos, ellos garantizaban su presencia en la mayor cantidad de listas, diseminadas por la prensa. Esto produjo una creciente fragmentación interna de la elite dirigente, y constituía una amenaza a la estabilidad del orden político. Por otra parte, luego de la revolución decembrista de 1828 la creación de la lista única, capaz de ser consensuada por el conjunto de la elite. En ella el pueblo votaría a la lista de notables elaborada desde la cúspide del poder político y así superar la conflictividad producto de las divisiones internas.
Por último, la conflictiva situación interprovincial que condujo a la guerra civil en el Interior, es consecuencia evolución política que tuvo: el tratado de Cuadrilátero, que aseguraba una alianza de paz, amistad y defensa mutua entra las provincias del Litoral y Buenos Aires; la oposición cordobesa a Buenos Aires; el apoyo inicial de La Rioja, aunque luego por las coaliciones interprovinciales se cambió; y el detonante final, el problema de sucesión de los gobernadores de Catamarca y San Juan, que fueron asistidos por La Rioja y Mendoza. Esta guerra civil encumbró a Quiroga en el interior, luego de sucesivas victorias.
Una vez disuelto el Congreso y restablecida la sala de representantes, las elecciones ya no eran iguales, debido a la escisión política generada por las distintas opiniones entre unitarios y federales que, aunque antes estaban, eran irrelevantes. Estas posturas demuestran que no hay homogeneidad de opiniones, además con el aliciente del voto directo, llevó a la elite dirigente desarrollar una maquinaria electoral, para perpetuarse en el poder. Por una parte, con la fundación del nuevo régimen representativo se consolida un grupo reducido de notables que se sucedían en el poder mediante la práctica de candidaturas. Como se utilizaba el sistema plurinominal por acumulación de votos, ellos garantizaban su presencia en la mayor cantidad de listas, diseminadas por la prensa. Esto produjo una creciente fragmentación interna de la elite dirigente, y constituía una amenaza a la estabilidad del orden político. Por otra parte, luego de la revolución decembrista de 1828 la creación de la lista única, capaz de ser consensuada por el conjunto de la elite. En ella el pueblo votaría a la lista de notables elaborada desde la cúspide del poder político y así superar la conflictividad producto de las divisiones internas.
Textos Utilizados:
Marcela Ternavasio, “Entre
la Deliberación y la Autorización. El régimen rosista frente al dilema de la
inestabilidad política” en N. Goldman y R. Salvatore Caudillos Rioplatenses, nuevas miradas a un viejo problema, Buenos
Aires, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1998
pp. 159-188.
Marcela Ternavasio, “Las
reformas Rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso General Constituyente”, en:
N. Goldman (directora), Nueva Historia
Argentina. Revolución, República, Confederación (1806-1852), Buenos Aires,
Sudamericana, 1998. pp. 158-197.
Marcela Ternavasio, “Nuevo
régimen representativo y expansión de la frontera política. Las elecciones en
el estado de Buenos Aires, 1820-1840” en A. Aninno (comp) Historia de las Elecciones en Iberoamerica, Ed. FCE, Buenos Aires.
1995. pp. 65-105.
Noemí Goldman, "Los
orígenes del federalismo rioplatense" en, Goldman Noemí (directora), Nueva Historia Argentina. Revolución,
República. Confederación (1806-1852) tomo III, Buenos Aires, Sudamericana,
1998, pp. 103-124.
Muy interesante
ResponderBorrarSi, es interesante. Le dedicaré tiempo, para leerlo con tranquilidad
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