Historiografía

jueves, 6 de junio de 2019

La formación de la clase obrera en Inglaterra



La formación de la clase obrera en Inglaterra

E.P. Thompson

Presentación de la Obra
por, Tovar Vieira

E. P. Thompson

         E. P. Thompson, de nombre completo Edward Palmer Thompson (fue un historiador e intelectual británico. Influyó decisivamente en el pensamiento marxista británico, separándolo del europeo y dándole carácter propio, dentro de lo que se conoce como socialismo humanista. Comprometido políticamente con la izquierda y el pacifismo, formó el Grupo de Historiadores del Partido Comunista junto a Christopher Hill, Eric Hobsbawm, Rodney Hilton, Dona Torr y otros; que tuvo un papel clave en los comienzos de la corriente conocida como Nueva Izquierda a finales de los años cincuenta.
Editorial Crítica, 1989
Su obra esencial es La formación de la clase obrera en Inglaterra (1963), donde revisa la interpretación marxista tradicional desde un materialismo histórico no dogmático; aunque también son destacables otros muchos libros y artículos como “La economía moral de la multitud en Inglaterra” (1979), donde reclama para el estudio de la sociedad la misma metodología que emplea la antropología cultural en el estudio de las sociedades primitivas.
Las dos publicaciones de su libro que consultamos fueron: la primera, presentado por la Editorial Crítica en 1989; la segunda, por la editorial Capitán Swing que es una revisión del 2012. Ambos libros contienen los prefacios escritos por Thompson, pero el libro publicado por la primera editorial tiene un prólogo de Josep Fontana; mientras que el de la otro, contiene un prólogo producido por Antoni Domenech y un prefacio escrito por Eric Hobsbawm.
Editorial Capitán Swing, 2012
Nos interesa en particular el prefacio del historiador británico marxista, presente en la publicación de 2012, que cumple la función de un “Obituario para E. P. Thompson”. En el cual, hace un recuento del contexto, la trascendencia pública y el significado de la vida de este historiador. Lo presenta  como historiador, socialista, poeta, militante, orador, escritor de la mejor prosa polémica del siglo XX, pero por sobre todo como historiador.
Retratando su contexto, resalta la influencia que tuvo la conformación familiar. Era hijo de misioneros metodistas, liberales y antiimperialistas, de los cuales se nutrió de un intelecto poderoso aliado a la intuición de un poeta, elocuencia, gentileza, encanto, presencia, una voz maravillosa, una buena apariencia dramática y carisma o “calidad de estrella” a montones. Quién entretanto, no heredó la capacidad de editarse a sí mismo y la habilidad para planear su vida. Se casó a temprana edad con su compañera y colega historiadora Dorothy.  Fue dirigente principalísimo del Partido Comunista y público opositor del estalinismo, su trabajo de historiador se vio interrumpido por su sensación de aislamiento en tanto hombre de la izquierda, de las diversas “nuevas izquierdas” de los años sesenta y setenta, y además por sus años como militante antinuclear. También recupera cómo las fronteras entre la historia general y la autobiografía se volvieron borrosas conforme envejecía este autor, por el reconocimiento de que estaba marcado profundamente por sus orígenes, en los cuáles la tradición y la lealtad dentro y fuera de la familia, fueron importantes para él.
En cuanto a la trascendencia pública, remarca el vertiginoso reconocimiento, tanto como historiador, como personaje público, luego de la publicación en 1963 de esta obra, pasando a ser uno de los historiadores más ampliamente citado. Resalta la importancia que tuvo su involucramiento en las campañas a favor del desarme nuclear, que lo llevó a ocupar una posición similar a la de Bertrand Russell. Su influencia internacional creció después de 1969, cuando se unió al consejo editorial de la revista Past and Present y cuando empezó a participar en las Mesas Redondas internacionales sobre la historia social organizadas bajo los auspicios de la Maison des Sciences de l’Homme en París.
Relatando sobre el significado de la vida de este historiador, Hobsbawm lo presenta como un genio, como el único historiador que tenía no sólo el talento, inteligencia, erudición y el don de la escritura, sino la capacidad para producir algo cualitativamente diferente del resto, en su obra se combinan pasión e intelecto, los dones del poeta, del narrador y del analista. El cual dejó una huella profunda en todos los que le conocieron y en la mayoría de los que le leyeron, no pudiéndose calcular aún la pérdida para la vida intelectual, la historia y la izquierda británicas. Quien además como prolífico ensayista y articulista, publicó influyentes biografías como las de William Morris y William Blake, si bien su producción se centró en la historia social, sobre todo en el movimiento obrero de la Inglaterra de la Revolución industrial.
            El libro que tuvimos más acceso a la hora de redactar esta presentación fue el de la editorial Crítica, la cual divide esta obra en dos tomos. El mismo no cuenta con introducción o conclusión, pero el autor escribe un prefacio que cumple la función de guía general de la obra, en la cual hace algunas aclaraciones sobre sus elecciones para la escritura de la obra, tanto relacionado con el título o con la división temática en tres partes, como con los debates internos de la obra.  

En la primera parte, hace un estudio sobre las tradiciones populares con continuidad en el siglo XVIII que tuvieron influencia en la agitación jacobina de la década de 1790. En la segunda parte, el autor pasa de las influencias subjetivas a las objetivas: las experiencias de grupos de obreros durante la Revolución industrial, procura también hacer una estimación del carácter de la nueva disciplina del trabajo industrial y de su relación con la iglesia metodista. En la tercera parte, este marxista británico recoge la historia del radicalismo plebeyo y la lleva a través del ludismo hasta la época heroica del final de las guerras napoleónicas. Al final, este historiador trata algunos aspectos de teoría política y de la conciencia de clase en las décadas de 1820 y 1830. El mismo Thompson presenta la obra más como un conjunto de estudios sobre temas relacionados entre sí, que una narración continuada.

En su prefacio, empieza por describir las palabras seleccionadas para el título. Si bien lo define como un tanto tosco, pero considera que cumple su cometido. la selección de la palabra “formación” se debe a que él hace el estudio de un proceso activo, que debe tanto a la acción como al condicionamiento. La clase obrera no surgió como el sol, a una hora determinada. Estuvo presente en su propia formación.
Luego, la palabra “clase”, en lugar de clases, por razones cuyo examen es uno de los objetivos del libro. Por clase entiende un fenómeno histórico que unifica una serie de sucesos dispares y aparentemente desconectados en lo que se refiere tanto a la materia prima de la experiencia como a la conciencia. No como una “estructura”, ni siquiera como una “categoría”, sino como algo que tiene lugar de hecho (y se puede demostrar que ha ocurrido) en las relaciones humanas. Para la cual, según él, ni el entramado sociológico mejor engarzado puede dar una muestra pura de la clase. La relación debe estar siempre encarnada en gente real y en un contexto real. En el cual la clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos intereses son distintos de (y habitualmente opuestos a) los suyos. La experiencia de clase está ampliamente determinada por las relaciones de producción en que los hombres nacen o en las que entran de manera involuntaria.
Presenta la conciencia de clase como la forma en que se expresan estas experiencias en términos culturales: encarnadas en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales. Surge del mismo modo en distintos momentos y lugares, pero nunca surge exactamente de la misma forma. “Ella” -la clase obrera- existe, y se puede definir con cierta exactitud como componente de la estructura social. Sin embargo la conciencia de clase es una mala cosa inventada por intelectuales desplazados, puesto que cualquier cosa que perturbe la coexistencia armoniosa de grupos que representan diferentes “papeles sociales” (y que de ese modo retrasan el desarrollo económico) se debe lamentar como un “indicio de perturbación injustificable”.
Para él, el problema reside en determinar cuál es la mejor forma de condicionarla para que acepte su papel social, el estaba convencido de que no se podría  comprender la clase a menos que la veamos como una formación social y cultural que surge de procesos que sólo pueden estudiarse mientras se resuelven por sí mismos a lo largo de un período histórico considerable.

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