La formación de la clase obrera en Inglaterra
E.P. Thompson
Presentación de la Obrapor, Tovar Vieira
E. P. Thompson |
E. P. Thompson, de nombre completo Edward
Palmer Thompson (fue un historiador e intelectual británico. Influyó
decisivamente en el pensamiento marxista británico, separándolo del europeo y
dándole carácter propio, dentro de lo que se conoce como socialismo humanista. Comprometido políticamente con la izquierda y
el pacifismo, formó el Grupo de Historiadores del Partido Comunista junto a
Christopher Hill, Eric Hobsbawm, Rodney Hilton, Dona Torr y otros; que tuvo un
papel clave en los comienzos de la corriente conocida como Nueva Izquierda a
finales de los años cincuenta.
Editorial Crítica, 1989 |
Su obra esencial es La formación de la clase
obrera en Inglaterra (1963), donde revisa la interpretación marxista
tradicional desde un materialismo histórico no dogmático; aunque también son
destacables otros muchos libros y artículos como “La economía moral de la
multitud en Inglaterra” (1979), donde reclama para el estudio de la sociedad la
misma metodología que emplea la antropología cultural en el estudio de las
sociedades primitivas.
Las dos publicaciones de su libro que
consultamos fueron: la primera, presentado por la Editorial Crítica en 1989; la
segunda, por la editorial Capitán Swing que es una revisión del 2012. Ambos
libros contienen los prefacios escritos por Thompson, pero el libro publicado
por la primera editorial tiene un prólogo de Josep Fontana; mientras que el de
la otro, contiene un prólogo producido por Antoni Domenech y un prefacio
escrito por Eric Hobsbawm.
Editorial Capitán Swing, 2012 |
Nos interesa en particular el prefacio del
historiador británico marxista, presente en la publicación de 2012, que cumple la función de un “Obituario para E.
P. Thompson”. En el cual, hace un recuento del contexto, la trascendencia
pública y el significado de la vida de este historiador. Lo presenta como
historiador, socialista, poeta, militante, orador, escritor de la mejor prosa
polémica del siglo XX, pero por sobre todo como historiador.
Retratando su contexto, resalta la influencia
que tuvo la conformación familiar. Era hijo de misioneros metodistas, liberales
y antiimperialistas, de los cuales se nutrió de un intelecto poderoso aliado a
la intuición de un poeta, elocuencia, gentileza, encanto, presencia, una voz
maravillosa, una buena apariencia dramática y carisma o “calidad de estrella” a
montones. Quién entretanto, no heredó la capacidad de editarse a sí mismo y la
habilidad para planear su vida. Se casó a temprana edad con su compañera y
colega historiadora Dorothy. Fue dirigente principalísimo del Partido
Comunista y público opositor del estalinismo, su trabajo de historiador se vio
interrumpido por su sensación de aislamiento en tanto hombre de la izquierda,
de las diversas “nuevas izquierdas” de los años sesenta y setenta, y además por
sus años como militante antinuclear. También recupera cómo las fronteras entre
la historia general y la autobiografía se volvieron borrosas conforme envejecía
este autor, por el reconocimiento de que estaba marcado profundamente por sus
orígenes, en los cuáles la tradición y la lealtad dentro y fuera de la familia,
fueron importantes para él.
En cuanto a la trascendencia pública, remarca
el vertiginoso reconocimiento, tanto como historiador, como personaje público,
luego de la publicación en 1963 de esta obra, pasando a ser uno de los
historiadores más ampliamente citado. Resalta la importancia que tuvo su
involucramiento en las campañas a favor del desarme nuclear, que lo llevó a
ocupar una posición similar a la de Bertrand Russell. Su influencia
internacional creció después de 1969, cuando se unió al consejo editorial de la
revista Past and Present y cuando empezó a participar en las Mesas Redondas
internacionales sobre la historia social organizadas bajo los auspicios de la Maison
des Sciences de l’Homme en París.
Relatando sobre el significado de la vida de
este historiador, Hobsbawm lo presenta como un genio, como el único historiador
que tenía no sólo el talento, inteligencia, erudición y el don de la escritura,
sino la capacidad para producir algo cualitativamente diferente del resto, en
su obra se combinan pasión e intelecto, los dones del poeta, del narrador y del
analista. El cual dejó una huella profunda en todos los que le conocieron y en
la mayoría de los que le leyeron, no pudiéndose calcular aún la pérdida para la
vida intelectual, la historia y la izquierda británicas. Quien además como
prolífico ensayista y articulista, publicó influyentes biografías como las de
William Morris y William Blake, si bien su producción se centró en la historia
social, sobre todo en el movimiento obrero de la Inglaterra de la Revolución
industrial.
El libro que tuvimos más acceso a la hora de redactar esta presentación fue el de la editorial Crítica, la cual divide esta obra en dos tomos. El mismo no cuenta con introducción o conclusión, pero el autor escribe un prefacio que cumple la función de guía general de la obra, en la cual hace algunas aclaraciones sobre sus elecciones para la escritura de la obra, tanto relacionado con el título o con la división temática en tres partes, como con los debates internos de la obra.
En la primera parte, hace un estudio sobre las tradiciones populares con continuidad en el siglo XVIII que tuvieron influencia en la agitación jacobina de la década de 1790. En la segunda parte, el autor pasa de las influencias subjetivas a las objetivas: las experiencias de grupos de obreros durante la Revolución industrial, procura también hacer una estimación del carácter de la nueva disciplina del trabajo industrial y de su relación con la iglesia metodista. En la tercera parte, este marxista británico recoge la historia del radicalismo plebeyo y la lleva a través del ludismo hasta la época heroica del final de las guerras napoleónicas. Al final, este historiador trata algunos aspectos de teoría política y de la conciencia de clase en las décadas de 1820 y 1830. El mismo Thompson presenta la obra más como un conjunto de estudios sobre temas relacionados entre sí, que una narración continuada.
En su prefacio, empieza por describir las palabras seleccionadas para el título. Si bien lo define como un tanto tosco, pero considera que cumple su cometido. la selección de la palabra “formación” se debe a que él hace el estudio de un proceso activo, que debe tanto a la acción como al condicionamiento. La clase obrera no surgió como el sol, a una hora determinada. Estuvo presente en su propia formación.
Luego, la palabra “clase”, en lugar de
clases, por razones cuyo examen es uno de los objetivos del libro. Por clase
entiende un fenómeno histórico que unifica una serie de sucesos dispares y
aparentemente desconectados en lo que se refiere tanto a la materia prima de la
experiencia como a la conciencia. No como una “estructura”, ni siquiera como
una “categoría”, sino como algo que tiene lugar de hecho (y se puede demostrar
que ha ocurrido) en las relaciones humanas. Para la cual, según él, ni el
entramado sociológico mejor engarzado puede dar una muestra pura de la clase.
La relación debe estar siempre encarnada en gente real y en un contexto real.
En el cual la clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus
experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la
identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros
hombres cuyos intereses son distintos de (y habitualmente opuestos a) los
suyos. La experiencia de clase está ampliamente determinada por las relaciones
de producción en que los hombres nacen o en las que entran de manera
involuntaria.
Presenta la conciencia de clase como la forma
en que se expresan estas experiencias en términos culturales: encarnadas en
tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales. Surge del
mismo modo en distintos momentos y lugares, pero nunca surge exactamente de la
misma forma. “Ella” -la clase obrera- existe, y se puede definir con cierta
exactitud como componente de la estructura social. Sin embargo la conciencia de
clase es una mala cosa inventada por intelectuales desplazados, puesto que
cualquier cosa que perturbe la coexistencia armoniosa de grupos que representan
diferentes “papeles sociales” (y que de ese modo retrasan el desarrollo
económico) se debe lamentar como un “indicio de perturbación injustificable”.
Para él, el problema reside en determinar
cuál es la mejor forma de condicionarla para que acepte su papel social, el
estaba convencido de que no se podría comprender la clase a menos que la
veamos como una formación social y cultural que surge de procesos que sólo
pueden estudiarse mientras se resuelven por sí mismos a lo largo de un período
histórico considerable.
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