Nos
proponemos presentar un análisis sobre las respuestas que el antropólogo e
historiador francés, Nathan Wachtel (1992), el semiólogo e historiador búlgaro,
Tzvetan Todorov (2003) y la antropóloga e historiadora australiana, Inga
Clendinnen (1993), presentan a una pregunta poco habitual que la conquista
española de México suscitó, “¿por qué esta victoria fulgurante, cuando la
superioridad numérica de los habitantes de América frente a sus adversarios es
tan grande, y cuando están luchando en su propio terreno? (Todorov, 2003:59). La
metodología para resolución elegida consta de dos partes: por un lado, reponer
las hipótesis enunciadas por cada uno de estos historiadores; por otro,
elaborar una comparación entre los principales criterios que fueron rescatados
por cada uno para justificar las causas que condujeron al triunfo español sobre
las sociedades originarias.
En
primer lugar, la hipótesis de Wachtel (1992:173-174) es que esta victoria sobre
los amerindios se debe a un largo proceso de desintegración en varios niveles, luego
de inicialmente haber sufrido un choque cultural y psicológico. Defiende que si
bien los invasores se beneficiaron de la superioridad de las armas y algunas
divisiones políticas y éticas del mundo indígena, el impacto principal fue
psicológico. Pero no sólo el de la llegada del hombre blando y la muerte de los
antiguos dioses, sino también que los conquistadores se sirvieron de las de las
instituciones nativas preexistentes y las desarticularon, perviviendo apenas
parcialidades pero fuera de los contextos que les había dado sentido, afectando
estas sociedades a nivel demográfico, económico, social e ideológico. Así mismo,
para Todorov (2003) los conquistadores fueron “indiscutiblemente superiores a
los indios en la comunicación interhumana” (p.105). Presenta la conquista de
los mexicas posibilitada por la forma
cíclica de entender el tiempo, su comunicación cosmológica y ritual, las
interpretaciones limitantes de los presagios, la incapacidad de improvisar frente a los
conquistadores o de comunicarse y hacerse entender. Desde otra postura,
Clendinnen propone una revisión de los fundamentos sobre la naturaleza del
contraste entre los dos pueblos, retomando el consenso que hay entre los
historiadores, de que la Conquista se consigue en dos fases, aunque muchos se
centran apenas en la primera para explicar el triunfo. Argumenta que es sólo en
la segunda fase que tenemos “evidencias suficientemente sólidas que permitan un
análisis detallado sobre cómo españoles e indios se percibieron el uno al
otros” (1993:16). Atribuye la victoria de los conquistadores al hecho de que en
la conducta de los nativos hubieron principios que ellos no lograron quebrantar,
aunque fueron flexibles y creativos en su forma de hacer frente a la guerra.
En
segundo lugar, para comprender mejor estas posturas me propongo comparar los
puntos principales que estos autores presentan para justificar sus hipótesis. Con
un enfoque opuesto a los otros historiadores, el semiólogo búlgaro presenta sus
conjeturas desde el dominio de los signos por parte de Cortés, mientras que los
otros toman como base para sus teorías un estudio antropológico. Tanto él como
antropólogo francés concuerdan con la influencia de factores externos como la
superioridad de los europeos o la fragmentación de las instituciones respectivamente.
En este punto la antropóloga australiana argumenta desde la incapacidad de
enajenación (aculturación) de valores propios de los aborígenes que los
hicieron perder en la guerra. Particularmente el antropólogo francés reconoce
el proceso de Conquista como resultado de un proceso de reintegración a todos
los niveles que tomó distintas formas como sincretismo, resistencia,
hibridación e hispanización.
En
su interés de retratar la reacción de los nativos de América frente a ese
encuentro con otro diferente, Wachtel resalta las reacciones ante los nuevos
usos de las instituciones luego de la invasión por los españoles, se enfoca en
documentos indígenas y estudios que le permiten presentar un cuadro más amplio
de la visión de los vencidos, si bien ambos grupos sufrieron pérdidas, los
indios sobrellevaron no sólo la fragmentación de sus instituciones, sino una
desintegración del mundo nativo en varios niveles. Por un lado el descenso
demográfico, producido por: las nuevas enfermedades que produjeron epidemias,
según Todorov una guerra bacteriológica; exacciones de impuestos y las guerras,
entre otros. Por otro lado, también alimentada por el vacío ideológico que
había dejado la desaparición de las estructuras del estado y el abandono de las
normas tradicionales de conducta (reciprocidad y redistribución). Desde otro la
hispanización de las estructuras política y administrativas, mediante la implantación
de Cabildos formados por gobernadores, alcaldes y regidores elegido por uno o
varios años, deviniendo particularmente en México la diferenciación de
gobernador y tlatoani, dado a que personas diferentes ocupaban el cargo. En
contra partida, enfocado en la exaltación de la civilización europea como
índice de evolución mental, Todorov escruta los informes y cartas de Cortés,
las crónicas españolas y de los relatos indígenas, en los que por un lado,
conceptualiza Moctezuma como un rey despótico, estéril y fatalmente indeciso
por la “mancha” de una religión irracional, aquel maestro en el arte del
discurso ritual pero que no puede producir mensajes apropiados y efectivos, por
otro lado, Cortés como un hombre fértil en recursos un maestro de la
comunicación interhumana que podía servirse de Malinche una nativa que entendía
ambos idiomas, modelo de hombre europeo, despiadado, pragmático, soberbiamente
racional en su inteligencia manipulativa, en su flexibilidad estratégica y en
su capacidad para decidir un curso de acción y persistir en el, en consonancia
con Wachtel poseedor de un despliegue armamentístico que lo favorecía.
Contrariamente
Clendinnen en la relectura de los hechos desestima el supuesto uso instrumental
de la comunicación para el dominio del otro haya favorecido a los españoles. Aunque
al precisar la segunda fase como la que se define la Conquista, también
recupera escritos que retratan informes y relatos, así como algunas de las
cartas de Cortés correspondientes a la segunda fase de la conquista. Al
contrario del Cortés de Todorov, según ella él no pudo entender todo lo que
sucedía, dado que Malinche si bien funcionaba como interprete, por su clase
social y genero, desconocía hechos que hacia a la vida pública y ministerial
del rey que hacían parte de los altos y publico asuntos de los hombres, le
faltaban herramientas para resignificar las palabras o los actos no verbales (regalos,
protocolos) y así tener una correcta herméutica. Tampoco era un notable líder
en el combate, carecía de despliegue, si bien sabia como comprar aliados y
armar espectáculos, también era manipulado por los indios como en episodio de
Cempoalla. Su postura es que la comunicación fue defectuosa o errónea, ninguno
de los lideres pudieron tener el control de las comunicaciones, de igual forma las
enfermedades o guerra bacteriológica generó pérdidas en ambos lados. La clave
estaba en la forma de entender la guerra, dado que para los mexicas seguía
teniendo un carácter ritual pero no hubo en el otro bando una recepción
cultural de este principio.
Por
otro lado, para conceptualizar la forma en que los indígenas actuaron, vemos
que Wachtel describe la fuerte resistencia a la colonización y al cristianismo,
una reacción que desemboca por ejemplo en el asesinato de los sacerdotes y
quema de las cruces en Tlaltenango. En esta resistencia, los chichimecas
(mexicas barbaros) comenzaron a atacar a los españoles y usar sus caballos, en
contraposición a la mistificación de estos animales, defendido por Todorov.
Quien resalta la importancia que ellos daban su comunicación con el mundo,
hecho que los imposibilitaba a entender el encuentro como algo entre humanos
sino como algo sobrenatural. Entienden la derrota como parte de los presagios hecho
paralizador que disminuye su resistencia. Además de la ya mencionada ineficacia
en la emisión de mensajes por rey cautivo, idea combatida por Clendinnen. Ella,
presenta cómo desde el momento de la captura de Moctezuma se elige un Nuevo
Gran Orador, aunque Cortés lo ignore. Por otro lado, los mexicas fueron capaces
a adaptarse a muchas de las conductas de los españoles (en lo referido al
sitio, a la toma de los estandartes), pero no pudieron quebrantar la medida
básica de un hombre, que era tomar vivos a los preciosos cautivos. Persistieron
en esto último, no se rindieron y prefirieron morir.
Bibliografía:
Clendinnen,
Inga, “‘Crueldad Feroz y antinatural’: Cortés y la Conquista de México”, en
Greenblatt, Stephen (comp.), New World Encounters, Berkeley, University
of California Press, 1993.
Todorov,
Tzvetan, La conquista de América. El problema del otro, Siglo XXI,
México, 1992. Capítulo 2: “Conquistar”.
Wachtel,
Nathan, “Los indios y la conquista española”, en Leslie Bethell (ed.), Historia
de América Latina. Tomo I, Crítica, Barcelona, 1992.
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